Errores comunes en la colocación de microcemento
En Ideal Work lo sabemos bien: el microcemento es un material extraordinario Versátil, resistente, continuo, sin juntas, apto para superficies horizontales y verticales, interiores y exteriores: no es casualidad que actualmente el microcemento sea una de las soluciones favoritas de arquitectos, interioristas y clientes.
Detrás de su aparente sencillez se esconde un sistema compuesto y delicado que requiere competencias específicas, una atención obsesiva a los detalles y un profundo dominio de los materiales y los ciclos de aplicación.
Sin embargo, hay instaladores que improvisan la colocación del microcemento y no poseen los conocimientos necesarios. En este artículo analizamos los errores más comunes en la colocación del microcemento, destacando las criticidades técnicas y de diseño que pueden afectar el resultado final. Porque no es suficiente saber «aplicar» un producto: es necesario conocer a fondo la dinámica del sustrato, la interacción entre capas y las condiciones ambientales en las que se aplica el material.

Subestimar la preparación del sustrato
La colocación del microcemento comienza mucho antes de su aplicación. Uno de los errores más comunes es la falta de preparación o la preparación inadecuada del sustrato. El soporte debe tener una estructura estable y cohesiva, estar seco, libre de contaminantes (aceites, polvo, restos de cola, ceras, etc.) y correctamente nivelado.
A menudo se comete el error de aplicar el microcemento sobre sustratos con alta humedad residual (por ejemplo, sobre solera sin fraguar), lo que genera eflorescencias, desprendimientos o fenómenos de remonte capilar. En otros casos, se pasan por alto las grietas existentes o las superficies irregulares, y no se dejan las juntas de dilatación, lo que compromete la continuidad e incluso la durabilidad del revestimiento.
Cada tipo de sustrato requiere una evaluación específica y, si es necesario, una preparación (con imprimación, malla de fibra, compuestos niveladores epoxi o de cemento, consolidantes, etc.). Ignorar esta fase significa comprometer el ciclo de colocación y todo el proyecto.
Improvisar en la elección del ciclo de aplicación
No existe un único microcemento, sino varias formulaciones (base cemento, híbridos con resinas, productos bicomponentes o monocomponentes) que requieren ciclos de aplicación específicos. Un error frecuente es adoptar una metodología «estándar» o, peor aún, improvisada, sin tener en cuenta el tipo de sustrato, las condiciones ambientales, el tráfico y el uso previsto.
Por ejemplo, un ciclo destinado a un ambiente húmedo como un cuarto de baño requiere una impermeabilización eficaz y un sellado adecuado, mientras un suelo de alto tránsito requiere capas de acabado más resistentes y adecuadamente protegidas con pinturas de poliuretano o bicomponentes.
La aplicación «de memoria» –quizás utilizada para otros materiales o basada sobre experiencias empíricas anteriores– es una de las principales responsables de los problemas posteriores a la colocación, como fisuras, delaminación, cambios de color, pérdida de hidrorepelencia o variaciones de aspecto.
Errores de mezcla del producto
El microcemento es un material técnico, y cada componente (base, pigmentos, resina, endurecedor, etc.) tiene una relación de mezcla precisa, que debe respetarse estrictamente. Los errores de peso, en la secuencia de mezcla o el uso de herramientas inadecuadas pueden provocar defectos de homogeneidad, problemas de trabajabilidad, formación de grumos o variaciones de color apreciables.
Un error clásico es añadir agua para «aligerar» la mezcla, lo que compromete la compacidad y resistencia del material. Otras veces, se mezclan cantidades demasiado grandes, que empiezan a endurecerse antes de ser aplicadas, causando un espatulado no uniforme o un tiempo de trabajabilidad insuficiente para una colocación adecuada.
La mezcla, que es un paso muy importante, requiere precisión, coherencia y condiciones ambientales controladas, y a menudo es tratada de forma superficial.
Aplicación irregular o estratificación incorrecta
El microcemento, por su naturaleza, es un material que se trabaja en capas finas, enrasando la mezcla hasta un espesor total generalmente comprendido entre 1 y 3 mm.
La uniformidad de cada capa es fundamental: los espesores irregulares generan diferencias de color, zonas de mayor porosidad o áreas más susceptibles al desgaste.
Un error común es aplicar las distintas capas sin homogeneidad, quizá con una presión desigual sobre la llana, que debe mantenerse en un ángulo de unos 45°.
También son importantes los tiempos de secado, que deben respetarse, y el lijado, que es decisivo para obtener la textura deseada.
El método de aplicación tiene un impacto estético considerable. El producto debe aplicarse en arcos uniformes y limitados. Una aplicación desordenada, pasadas irregulares y juntas frías dan lugar a marcas visibles e irreversibles, que pueden afectar el valor estético de la superficie. Esto es muy evidente en los microcementos de color más intenso, donde cualquier contraste se amplifica.
Protección final insuficiente o inadecuada
El ciclo de protección de la superficie es el último eslabón de la cadena, pero no por ello el menos importante. Pinturas, ceras, selladores: la elección del sistema de protección es decisiva para la resistencia del microcemento a arañazos, manchas, agua, agentes químicos y UV.
Muchos instaladores subestiman esta fase, aplicando productos de baja calidad o no adecuados para el tipo de tráfico previsto. En otros casos, los protectores se aplican demasiado rápido, sobre microcemento que no está completamente seco, englobando la humedad o creando películas opacas y poco adherentes.
Una protección eficaz requiere tiempos de curado respetados, ambientes ventilados y limpios, herramientas adecuadas y el uso de productos de calidad probada, específicamente formulados para el tipo de microcemento que se utilice.

Falta de mantenimiento informado
El microcemento no es un material «exento de mantenimiento»: necesita un cuidado mínimo, pero regular. Uno de los errores más comunes es no informar al cliente final sobre la forma correcta de limpiarlo y mantenerlo, dejándole libertad para utilizar limpiadores ácidos, abrasivos o a base de lejía, que alteran rápidamente la protección de la superficie y afectan el aspecto del acabado.
Incluso el uso de alfombrillas antideslizantes con fondo de goma o la presencia prolongada de agua estancada pueden provocar marcas, mateado o manchas permanentes.
La educación del cliente es parte integral del trabajo del instalador experto: proporcionar un manual de mantenimiento, indicar los productos compatibles y, si es posible, ofrecer un servicio profesional de mantenimiento periódico, es señal de seriedad y competencia.
Un instalador no se improvisa
En microcemento, la improvisación es imperdonable. Detrás de cada superficie perfectamente lisa, compacta y con coherencia visual, hay un trabajo meticuloso, hecho de elecciones bien ponderadas, materiales apropiados y manualidad precisa. Los errores de colocación, a menudo invisibles al principio, afloran con el tiempo, cuando para repararlos es necesario demoler, restaurar o rehacerlo por completo.
Es por ello que la formación continua, el conocimiento profundo de los sistemas de aplicación y la colaboración con proveedores fiables son requisitos indispensables para quien quiera ser un profesional serio y competente en el mundo del microcemento. Quienes dominan el material no solo evitan errores, sino que saben transformar cada superficie en una obra de equilibrio entre técnica y belleza.
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