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Gracias a las redes sociales, recientemente hemos sido testigos del “redescubrimiento” de edificios construidos en décadas pasadas que eran todavía desconocidos para muchas personas.

Uno de los más exitosos ha sido el de la Muralla Roja. Este edificio situado entre los acantilados rocosos de Calpe, a solo una hora de Valencia, fue diseñado en la década de 1970 por el arquitecto español de renombre internacional Ricardo Bofill.

La Muralla Roja incorpora claras referencias a la conocida arquitectura morisca del Mediterráneo, predominante a lo largo de la costa sur de España. La estructura marca la división post-renacentista entre espacios públicos y privados, reinterpretando la tradición norteafricana de la “qasba”: una fortaleza compuesta por muros muy altos y pocas ventanas.

El edificio se desarrolla verticalmente siguiendo las curvas de nivel de los acantilados, y su interior parece un laberinto de perspectivas y juegos geométricos. La base lineal de su disposición y estética refleja teorías del constructivismo, haciendo de Muralla Roja una clara recreación de este género. Este desarrollo alberga cincuenta apartamentos de 60, 80 y 120 metros cuadrados y un techo corredizo con solarium, piscina y sauna para uso exclusivo de los residentes.

Otra peculiaridad de este lugar al borde de lo surrealista es el uso de varias tonalidades de color: la fachada exterior está pintada con una variante roja que acentúa el contraste con el paisaje natural circundante. En el interior, una parte del edificio tiene escaleras y muros de paso en tonos rosa, mientras que en otra parte se han utilizado diferentes tonos de azul. La intensidad de los colores también está relacionada con la luz del sol: la combinación de los diversos colores con las sombras de las formas geométricas del edificio crea una maravillosa ilusión de espacio.